En el ámbito laboral, una de las principales transformaciones surgida en los últimos años ha sido la adopción de sistemas de teletrabajo, ya sean puros o con modelos híbridos presencial/remoto.

En publicaciones anteriores ya abordamos el contexto en el que surgió, y las potencialidades que ofrecía, pero en este post nos queremos centrar en otro aspecto como es la conveniencia de apostar por el teletrabajo si se va a emprender y el nuevo concepto de liderazgo que exige. Una perspectiva sobre las que no se ha profundizado tanto, debido a que se suele poner más énfasis en las implicaciones que tiene para el personal de las empresas, tanto positivas como negativas.

Bajo este enfoque, vamos a hablar de ventajas y desventajas, asumiendo que se trata de un proyecto de emprendimiento en el que se puede optar por esta fórmula.

 

espacio trabajo

 

Beneficios de apostar por el teletrabajo

Un primer beneficio evidente sería la reducción de costes, que siempre es bienvenida cuando embarcarse en un nuevo negocio supone una inversión cuyo retorno inevitablemente se pospone, hasta encontrar clientes para los productos, servicios o soluciones ofrecidos; con una demanda que tardará además en ser lo suficientemente cuantiosa como para poder hablar de rentabilidad.

Por ello, no tener que alquilar una oficina ni asumir todos los gastos que conlleva en equipamiento y suministros asociados supondrá un alivio para cualquier proyecto incipiente.

También, el teletrabajo y la flexibilidad horaria pueden ser un potente imán para la atracción de talento, particularmente en sectores como el de nuevas tecnologías en los que el mismo escasea. Además, esta ventaja laboral supondría un incentivo clave si hablamos de proyectos que están echando a andar, y no pueden competir con los paquetes retributivos más altos del sector.

Con todo, si hablamos de startups hay que ser conscientes que para la captación de talento influyen una variada gama de factores, entre los que se encuentra y no con un peso menor la idea disruptiva que encarne la nueva empresa, con el valor añadido tecnológico que pretenda aportar, y lo atractivo que este sea para los profesionales del sector que quiere embarcar.

En cualquier caso, ampliando de nuevo el foco a cualquier proyecto de emprendimiento en general, el teletrabajo o el trabajo híbrido y la flexibilidad horaria no solo pueden ayudar a captar talento sino también a retenerlo. Algo que en ocasiones puede ser mucho más difícil, y para lo que la adopción del modelo jugaría un papel decisivo de acuerdo a informes recientes como el de Gi Group Holding.

Si bien, habrá que atender siempre a que el sistema funcione en su doble perspectiva, conjugando la productividad y eficiencia necesarias que requiere la empresa con el equilibrio entre vida personal y profesional que obtienen los integrantes de la plantilla gracias a la fórmula de trabajo adoptada. Una cuadratura que no es fácil de conseguir en organizaciones que dan sus primeros pasos, por los motivos que expondremos un poco más delante.

Inconvenientes del teletrabajo al emprender

El capítulo de inconvenientes del trabajo en remoto cuando se lanza un nuevo proyecto empezaría por la falta de cohesión del equipo, ya se conforme este con varios socios que se han aventurado a emprender juntos en pie de igualdad, se trate de un grupo dirigido por un único emprendedor o se dé cualquiera de las combinaciones posibles.

Sea cual sea la estructura del equipo, no compartir espacio de trabajo o hacerlo de manera esporádica repercutirá negativamente a efectos de materializar una visión común y alinearse en pos de los objetivos trazados, funcionar como un grupo cohesionado y poder generar una cultura de empresa con tracción entre en sus miembros.

El feeling derivado de la presencialidad es muy importante para darle impulso a una empresa naciente, y en cualquiera con independencia de su antigüedad favorece siempre la creatividad, sin ir más lejos en las reuniones que permiten aflorar ideas de manera más fluida y espontánea, como en los conocidos brain stormings que precisan de una atmósfera o ambiente especial para ser propicios, el cual no pueden crear herramientas online por muchas funcionalidades que aporten, a las que, por otro lado, tampoco se tienen que renunciar se adopte el sistema que se adopte.

Además, el trabajo en remoto tiene una relación ambivalente con la productividad, ya que si por una parte puede potenciarla al eliminar muchos lastres inherentes a la presencialidad; por otra no es menos cierto que puede resultar un hándicap por las mayores distracciones que siempre va a haber en una home office, por mucho que sean involuntarias.

 

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Los retos del liderazgo en remoto

El teletrabajo puede suponer una complicación añadida para emprendedores que se han lanzado con su primer proyecto, y por tanto no tienen experiencia de liderazgo, con lo que ello implica a efectos de organización y distribución de workflows, asignación de tareas y supervisión de su ejecución. Aspectos todos ellos complejos de dominar de por sí y que se dificultan más teniendo a equipos en remoto, pudiéndose caer fácilmente en fallos en el control de la operativa diaria. De manera que, en el mejor de los casos, se deberá invertir mucho esfuerzo en superar una dificultad extra evitable cuando ya hay bastantes inevitables que no se pueden sortear.

Saber coordinar, motivar e influir a un grupo de personas conlleva una curva de aprendizaje compleja en condiciones normales, que se dificulta todavía más cuando se opera a distancia por las barreras comunicativas, las cuales adicionalmente pueden hacer que los empleados se preocupen más por atender a las comunicaciones y a cómo se percibe su labor que al óptimo desarrollo de sus funciones.

En este contexto, el líder ha de apostar por la implantación de una cultura de trabajo basada en la productividad y el cumplimiento de objetivos, o lo que es lo mismo: orientada a resultados. Todo ello, sin renunciar a dejar claras las expectativas que tenga a todos los niveles con cada integrante del equipo. Planteamientos aplicables tanto para el trabajo presencial como el remoto, pero que se hace más necesario poner sobre la mesa de forma explícita en el caso del segundo.

El modelo presencial flexible

Por lo visto hasta ahora, una opción más recomendable para negocios nacientes podría ser adoptar un modelo presencial flexible o un sistema híbrido, si preferimos denominarlo así siempre que no entendamos mixto como 50-50 obligatoriamente.

Esta solución ofrecería un buen equilibrio entre posibilidad de hacer equipo y flexibilidad para la captación y retención de talento. Permitiría tener reuniones presenciales para generar sinergias creativas adecuadas y tomar las decisiones importantes, dejando para la home office la realización de tareas individuales.

Incluso a efectos económicos también se podrían optimizar costes, ya sea por la menor ocupación de la sede física (con el consiguiente ahorro en luz, climatización y otros suministros) o porque se recurran a espacios de coworking para reunirse.

Aunque aquí también se abriría el debate de hasta qué punto una nueva empresa precisa unas oficinas, dado el rol de estas para aquilatar un proyecto a ojos de posibles inversores o business angels, sin olvidar tampoco su papel en la captación de potenciales clientes, quienes no hace falta que hagan una visita presencial, considerando que una sede física da mucho juego a efectos de marketing online en las distintas redes sociales. Si bien, no vamos a profundizar más en este aspecto, ya que es un tema que excede nuestro planteamiento inicial, enfocado en el teletrabajo como sistema bajo el prisma del emprendimiento.

El planteamiento flexible que comentamos se puede hacer extensible a la hora de pautar los tiempos de adopción del teletrabajo o del modelo híbrido deseado. De forma, que se priorice en una primera fase de implantación de la empresa un sistema presencial que repercutirá positivamente en la solidificación de un equipo, para ya cuando este y el liderazgo estén más asentados ir entonces explorando fórmulas de trabajo en remoto, siempre susceptibles de evaluarse para profundizarse, revertirse, matizarse o lo que se estime necesario.

Cualquier buen profesional que se quiera atraer entenderá a la perfección que un proyecto naciente lo haga con un modelo presencial para ir admitiendo poco a poco formas de teletrabajo. E incluso lo puede preferir, dado que un sistema en remoto mal aplicado conlleva caos, difuminado de las líneas que separan los tiempos y espacios de trabajo de los personales y bastantes tensiones a resultas de todo ello.

Asimismo, cabe tener en cuenta que para bien o para mal el teletrabajo es una realidad en regresión, por lo que no ofrecerlo no es sinónimo automático de tener que renunciar a talento. Al menos en España, donde el 89% de los empleados no lo hace nunca y la media nacional de adopción en todos los sectores ronda el 13%.

Aquí obviamente también hay unas evidentes diferencias dependiendo del segmento de actividad, con el tecnológico a la cabeza, tanto en teletrabajo puro como en formato híbrido. Aunque si ampliamos más el foco veremos como las Big Tech están virando de nuevo hacia el modelo presencial, tal y como lo acreditan los ejemplos de Amazon o X, los informes de Meta favorables a la presencialidad o el hecho de que Apple haya limitado el teletrabajo a dos días por semana.

Tratando de responder a la pregunta que planteábamos en el título, sobre si es una buena idea adoptar el teletrabajo a la hora de emprender, lo cierto es que por muchos matices que se puedan añadir a la respuesta sí sería posible decir que en ningún caso supondría algo obligatorio a implantar desde el principio, y que la elección de un modelo presencial no reflejaría para nada un proyecto que se anquilosa en modelos de trabajo desfasados.

Otra cosa es estudiar la viabilidad a futuro de ir implantando fórmulas de trabajo parcial en remoto, procurando preferentemente realizar una implementación gradual cuando la empresa esté suficientemente consolidada, y haya un equipo cohesionado trabajando al unísono.

ALEJANDRO BETANCOURT