La importancia de los bancos para la economía de un país –y, por supuesto, la economía global de libre mercado– es algo aceptado y asumido desde hace tiempo. Pero, aunque en los países del primer mundo ya sea un sector más que consolidado, y su papel no sea motivo de debate, no sucede lo mismo en los países en vías de desarrollo o países del tercer mundo.

 

 BDK equipo 

 

Las funciones de los bancos, en términos generales y básicos, incluyen proporcionar una seguridad en los sistemas de pago, actuar de intermediarios financieros entre ofertantes y demandantes, estimular y recibir el ahorro, y, por último, distribuirlo entre los agentes económicos que deseen llevar a cabo actividades de consumo e inversión.

En nuestras sociedades actuales esto es algo común, y lo vemos como natural. Pero, además, los avances tecnológicos influyen enormemente en la evolución y en la penetración de los servicios bancarios, al igual que lo hacen las demandas de los clientes. El ejemplo claro de la evolución en el sector bancario lo vemos a la hora de realizar operaciones y contrataciones, para lo cual ya no hace falta acudir a las oficinas, sino que se puede hacer desde casa o, incluso, desde un teléfono móvil.

En los países con economías en vías de desarrollo no solo es que haya una falta de fondos y de capacidad de financiación, sino que, en muchos casos, también se da un déficit enorme de acceso a la banca en términos más físicos.

Aunque las posibilidades de crecimiento de estos países son enormes, en muchas ocasiones no es fácil establecerse y prosperar, ya que sus condiciones no son similares a las de los estados europeos, americanos o asiáticos.

De todos modos, una de las características principales de los usuarios particulares de banca en los países en vías de desarrollo es la gran penetración que tienen los dispositivos móviles entre ellos. Esto les permite acceder a sus bancos a través de sus teléfonos, y las inversiones en desarrollo que hacen las entidades bancarias van encaminadas a esto.

El problema de la falta oficinas bancarias viene más encaminado a solucionar las necesidades de los pequeños comercios, los cuales sí que carecen de los medios tecnológicos para aceptar pagos electrónicos.

Las alternativas pasan por buscar soluciones que se adapten a las condiciones y regulaciones locales en cada uno de los países subdesarrollados. Un buen ejemplo son los acuerdos a los que BDK ha llegado en países del África francófona, como Senegal, Costa de Marfil y Mali, para que sus sucursales bancarias puedan establecerse en las oficinas postales de estos países. En total, son más de un centenar de localizaciones físicas –que se verán ampliadas con las de otros países–, a través de las cuales podrán llegar a la mayor parte de la población posible y ofrecer algunos de los productos financieros de la entidad, como los microcréditos.

Esto, sin duda, es un gran avance, que permitirá no solo un mayor acercamiento de la población a los productos bancarios, y viceversa, sino que también fomentará el emprendimiento y el crecimiento de la economía para los sectores menos favorecidos de estos países.

 

 

Alejandro Betancourt